miércoles, 30 de noviembre de 2011

2° de Adviento. 4 Diciembre, 2011.

Primera Lectura: del libro del profeta Isaías: 40: 1-5, 9-11
Salmo Responsorial, del salmo 84: Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos al Salvador.
Segunda Lectura: de la segunda carta del apóstol Pedro 3: 8-14
Aclamación: Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, y todos los hombres verán al Salvador.
Evangelio: Marcos 1: 1-8.
En un rejuego de encuentros, proseguimos la preparación del Adviento para recibir a Aquel que ya vino, que viene cada día, y volverá de manera definitiva.
Hoy, (ayer) 3 de diciembre, celebramos el encuentro de alguien que se unió al Señor y caminó a su lado: san Francisco Xavier; preparó y finalizó su jornada pleno de fidelidad, de amor, de constancia, de creatividad y de entrega; ahora nos aguarda para el estrecho abrazo “Juntos en el Señor”.
Vivió, intensamente lo que hemos pedido al Señor en la oración Colecta: “Que las responsabilidades terrenas no impidan la sintonía del paso hacia el encuentro, y la sabiduría que viene desde el cielo, nos disponga a recibirlo y a participar de su propia vida”. No era otro el deseo que bullía en su corazón y que, con la Sabiduría que llega desde arriba, llevó a la realidad. Ésta le pidió renuncias, oración, superación de desalientos y contrariedades, y lo hizo buscar y encontrar una soledad acompañada por el Amigo fiel que no abandona.
Su meta “Consuelen, consuelen a mi pueblo, háblenle al corazón y díganle que ya terminó el tiempo de su servidumbre”. Su voz resonó en la lejana India y en Japón, se sintió “fuego que enciende otros fuegos”, y no dudó en consumirse para alumbrar a todos.
Con los carismas recibidos, totalmente unido al Señor, Javier, se esmeró en “Llevar la luz de Cristo Nuestro Señor.
Firmeza y decisión en el empeño, sin detenerse a recoger los pedazos de ser regados en el campo. “Aplanó montañas y rellenó valles”, a cuantos quisieron escuchar, les anunció: “Aquí está Dios. Miren que llega el Señor”. Peregrino de eternidad, hizo suya la encomienda de Cristo: “Vayan por todo el mundo y enseñen a todas las naciones”.
El reto está en presente: ¡Iglesia de Cristo, Compañía de Jesús, vuelve a la fuente!, a la oración, al discernimiento, a la creatividad, a la auténtica universalidad…, en una palabra: a la santidad.
Para el Señor el tiempo todo tiempo es propicio, y su paciencia a todos nos abraza. “Confiamos en las promesas del Señor”, confiamos en la certeza de su Reino de justicia, de amor y de paz, y, para ser coherentes, deseamos, personal y comunitariamente, aprender y vivir de verdad: “en todo amar y servir.”.
La advertencia del Bautista encontrará en nosotros terreno propicio: “Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos”, para poder clamar, sin vanagloria: “Detrás de mí viene Otro que es más poderoso que yo”. Así lo realizó Xavier; cuantos lo conocieron, encontraron, detrás de él, a Cristo. ¡Que lo encuentren en nosotros todos aquellos con quienes entremos en contacto!