viernes, 14 de noviembre de 2025

33°. Ord. 16 noviembre 2025.-


Primera Lectura:
del libro del profeta Malaquías 3: 19-20
Salmo Responsorial, del salmo 97: Toda la tierra ha visto al Salvador.
Segunda Lectura: de la segunda carta del apóstol Pablo a los tesalonicenses 3: 7-12
Evangelio: Lucas 21: 5-19.

Celebramos el último domingo del tiempo ordinario, el próximo será la fiesta de Cristo Rey con la que finalizará el año litúrgico.

Hace ocho días todo estaba teñido de “vida nueva”, del camino y llegada a la patria; nada importó a los jóvenes perder los miembros y la vida porque la seguridad de la resurrección ya la sentían internamente; esta certeza los fortaleció.

El Señor Jesús, único puente para llegar al padre, nos lo mostró como es: “Dios de vivos”, y San Pablo nos exhortó a que permitamos que el Señor dirija nuestros corazones “para amar y para esperar, pacientemente, la venida dJe cristo”.

Hoy, Jeremías, en la antífona de entrada, nos prepara para que con ánimo aquietado, miremos hacia la escatología y descubramos, mejor redescubramos que el señor “tiene designios de paz, no de aflicción”, y sigamos invocándolo porque “nos escuchará y nos librará de toda esclavitud”. Ésta es la forma de preparar lo que, sin ella, sería de temer: “el día del Señor, como ardiente horno”; pero con ella: “brillará el sol de justicia que trae la salvación en sus rayos”.

De manera espontánea vuelve la pregunta que nos hicimos: ¿cómo y qué espero, no para el “fin del mundo”, sino para mi encuentro personal con Dios, para “el fin de mi mundo”, el ahora encerrado en la trama del espacio y el tiempo? Pidamos que nos atraviese, de parte a parte, la reflexión de San Juan: “en el amor no existe el temor; al contrario, el amor acabado echa fuera el temor, porque el temor anticipa el castigo, en consecuencias, quien siente temor aún no está realizado en el amor”.  (1ª Jn 4:18), y nos daremos la respuesta adecuada…, si no la tenemos, aún hay tiempo para prepararla.

 Las palabras de Jesús en el evangelio, nos alertan para que continuemos analizando los “signos de los tiempos”; no es que ya estemos al final, pero parecería que la humanidad entera quisiera adelantarlo, si continuamos destruyendo el planeta. ¡cuánto egoísmo y ausencia de conciencia! ¡cuánta soberbia y ansia de riqueza! ¿pensamos, en serio, que lo único que nos acompañará en el último vuelo, serán las horas dedicadas a los demás? ¿aceptamos que la valentía del testimonio a favor de Jesús y de los valores del evangelio, nos deben causar molestias? La persecución por estar del lado de la justicia y de la verdad, será señal de que estamos bajo la bandera de cristo, “sin embargo, no teman, no caerá ningún cabello de la cabeza de ustedes. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”.

¡Señor que resuene constantemente en nosotros la voz del Espíritu!: “escribe: dichosos los que mueren en el señor; cierto, dice el Espíritu: podrán descansar de sus trabajos, pues sus obras los acompañarán”.  (Apoc. 14: 13)


sábado, 8 de noviembre de 2025

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN.- 9 noviembre 2025.

 


En cada comunidad donde hay una iglesia consagrada, se celebra cada año la "dedicación" de esa iglesia, es decir, el aniversario del día en que el edificio fue consagrado al culto de Dios, y por tanto el día en que la comunidad comenzó a reunirse allí varias veces al día para celebrar los Oficios Divinos, y en el que las monjas o los monjes comenzaron a acudir allí en privado, a todas horas, para encontrarse con Dios en íntima oración. También celebramos cada año la dedicación de la iglesia de la diócesis donde se encuentra nuestro monasterio. Pues bien, hoy es la dedicación de la Catedral de la Iglesia de Roma lo que celebramos.

La Basílica de San Pedro es obviamente más conocida que la Basílica de Letrán. Es el lugar al que acuden primero todos los peregrinos y turistas que llegan a Roma. También es donde tienen lugar la mayoría de las grandes celebraciones litúrgicas papales. Sin embargo, la catedral del Papa, como obispo de Roma, es la Basílica de Letrán, no el Vaticano. El Papa es ante todo el obispo de la diócesis de Roma, y es precisamente en su calidad de obispo de Roma y, por tanto, de sucesor de Pedro, que tiene la misión de confirmar a sus hermanos en la fe y asegurar la comunión entre todas las Iglesias locales. Por ello, hoy expresamos nuestra comunión con la Iglesia de Roma y con todas las Iglesias locales de la cristiandad al conmemorar esta dedicación.

La catedral de Letrán fue erigida en el año 320 por Constantino, poco después de su conversión y del fin de la era de las persecuciones. Se construyó siguiendo el plan de las "basílicas", es decir, las casas del pueblo en el Imperio Romano. Todas las grandes basílicas romanas han conservado hasta hoy el carácter de gran espacio interior donde el pueblo se reúne para celebrar el misterio cristiano, pero también y sobre todo para celebrar el misterio de su comunión en Cristo.

En el Evangelio de los mercaderes expulsados del Templo, Jesús ya revela que el culto de la Nueva Alianza es muy diferente al de la Antigua Alianza.   El Templo de la Antigua Alianza, que era la "casa de Dios" - "la casa de mi Padre", dice Jesús- no es sustituido por un nuevo templo material, ni por muchos, sino por la humanidad de Cristo. El templo del que hablaba -dice San Juan- era su cuerpo. Desde la muerte y resurrección de Jesús, él habita en cada uno de los que han recibido su Espíritu y que, por tanto, se han convertido en el Templo de Dios. “No olvidéis -nos dice San Pablo- que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros... El templo de Dios es santo, y vosotros sois ese templo”.

La visión de Ezequiel del agua que fluye desde el lado derecho del Templo, trayendo vida y fecundidad, así como alimento y curación a todo lo que toca, siempre se ha aplicado a Cristo en la tradición cristiana. Es Él quien es la fuente de nuestra comunión y unidad.

Desde hace varios siglos, el Papa no vive en Letrán, sino en el Vaticano. En el ejercicio de su ministerio de comunión debe ser asistido por varios colaboradores que, con el tiempo, se han convertido en una pesada máquina administrativa llamada Curia Romana. Puede ocurrir que algunos de nosotros no estemos siempre de acuerdo con determinadas posiciones adoptadas por los organismos romanos. Incluso puede ocurrir que veamos algunas de las decisiones de estos "dicasterios" como obstáculos a la comunión más que como ayudas a la misma. Pero estos son accidentes de la historia. Lo importante es que a través del Obispo de Roma estamos en comunión con todas las demás comunidades eclesiales del mundo, y que todos formamos un solo Templo, un solo Cuerpo de Cristo bebido con el mismo río de sangre y agua del costado derecho de Cristo abierto por la lanza del soldado en la Cruz. Es este misterio de comunión el que celebramos hoy en la dedicación de la Catedral del Obispo de Roma.

Armand VEILLEUX

viernes, 31 de octubre de 2025

Los fieles difuntos. 2 noviembre, 2025.-

Primera Lectura: del libro de la Sabiduría 3: 1-9
Salmo Responsorial, del salmo 26: Espero ver la bondad del Señor..
Segunda Lectura: de la primera carta del apóstol Juan 3: 14-16
Evangelio: Mateo 25: 31-46

"Somos peregrinos, vamos de pasada y no tenemos aquí ciudad permanente." El vivo recuerdo de nuestros difuntos nos pone en la tesitura del puente que comenzamos a cruzar desde el momento de nuestro nacimiento. Al hacer nuestra la referencia paulina en la antífona de entrada, cobra vida propia cada paso "hacia el encuentro." "Voy hacia Dios y Dios hacia mi encuentro avanza, en medio de los dos, camino hecho silencio, el Der de la palabra." "en él vivimos, nos movemos y existimos."

Inicia con una condicional que, espero, se haya purificado en nosotros: "sí creemos." Estoy seguro de que nuestra fe se va consolidando, con la ayuda del Señor, con nuestra oración, reflexión y análisis de la vida, de otra forma ni siquiera estaríamos aquí. La esperanza alienta, fortalece e ilumina: "es prueba de realidades que no se ven", pero que cobran validez al venir de quien vienen: "creemos que Dios llevará con Él a los que mueren en Jesús."

No podemos negar que estamos ante un misterio y ante una realidad que con frecuencia nos intimida; si acaso regresan esos pensamientos negativos, volvamos a releer, despacio, el fragmento de la primera lectura: los que no creen, los que se aferran a las realidades temporales, piensan que todo terminará fatalmente, pero, atendamos a lo que sigue: "los justos están en paz. Esperan la inmortalidad."  Probablemente nos hagamos la misma pregunta que los discípulos: "¿qué es eso de la resurrección?"  La respuesta es Cristo mismo, vivo, palpable, glorioso y "los que son fieles a su amor permanecerán a su lado." Podríamos imaginar que es un salto al vacío, pero al dar el paso, constataremos que no hay tal, "porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos."  Nos contaremos, felizmente entre ellos, si le pedimos profundizar y realizar en conjunto lo que nos indica san juan y las palabras de Jesús en el evangelio: "el que ama ha pasado de la muerte a la vida. Y a ejemplo de Cristo hemos de estar prestos a dar la vida por nuestros hermanos."  Quizá jamás nos pida que derramemos físicamente nuestra sangre por ellos, pero sí que nos mostremos activamente preocupados y serviciales por cada ser humano; ésta es la caridad, el amor hecho realidad.

Curiosamente, en el juicio de las naciones, parecería que ha desaparecido el primer mandamiento: "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas...,"  y brilla, con luz propia, el segundo: "amarás a tu prójimo" - en serio, en la actuación sin límites, en la cercanía, en la sonrisa, en el desprendimiento, en la atención llena de ternura..., la razón del llamado: "al reino preparado desde la creación del mundo", la expresa sin rodeos, el mismo Jesús: "lo que hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron." 

Comprendemos que será totalmente imposible entregarnos a los demás si no está nuestro interior lleno del amor de Dios. Imposible amar a los demás si no lo amamos a él; imposible amarlo a él si no amamos a los demás. Pensemos en los que ya nos han precedido, en su ejemplaridad, en sus consejos, sin juzgarlos, sacar provecho de los fallos y preparar, desde ahora, pues no sabemos ni el día ni la hora, las respuestas adecuadas del examen final. Como nos dice San Juan De la Cruz: "al atardecer de tu vida te examinarán del amor."

¡Conocer las preguntas previamente y reprobar, sería lo más frustrante de nuestra vida; lo único frustrante!

Con corazón inflamado de certeza, que va más allá de la "esperanza", agradezcamos al Señor que aún nos deja tiempo para que nuestra respuesta sea la que él y nosotros esperamos.

viernes, 24 de octubre de 2025

30° Ord. - 26 Octubre 2025.-


Primera Lectura:
del libro del Eclesiástico 35: 15-17, 20-22
Salmo Responsorial, del salmo 33: El Señor no está lejos de sus fieles.
Segunda Lectura: de la segunda carta del apóstol Pablo a Timoteo 4: 6-8, 16-18
Evangelio: Lucas 18: 9-14

 ¿Se alegra, con toda sinceridad, mi corazón porque busco continuamente la ayuda del Señor, porque anhelo estar en su presencia? ¿Cómo es mi trato con Dios, ha pasado a ser para mí un factor determinante, ojalá, único, a quien acudo antes de cualquier elección, a quien reconozco como mi Señor? ¿Es mi oración un monólogo o un diálogo humilde y confiado que pide la solidificación de la fe, la esperanza y el amor para enderezar el camino y seguir sus mandamientos, para agradarlo y recibir de Él la corona prometida a cuantos esperan, con amor, su venida? 

  ¿Cuál es la realidad, mi realidad a la que me enfrento?, esa “verdadera historia” que pide San Ignacio, la que es y como es, abierta en abanico, sin intentar solapar mi pequeñez con las minúsculas acciones, sin duda buenas, pero que distan, años luz, de lo que Él espera de mí. De ninguna manera se trata de un juicio condenatorio global, sino de que analice, con franqueza, si estoy viviendo el “cumplimiento” partido: “cumplo y miento”, o bien he profundizado en mi interior y me encuentro, sin rodeos, “pecador”. Viene a cuento lo que dice San Agustín: “pecador no es tanto el que peca, sino el que se sabe capaz de pecar”, de hacer a un lado a Dios y ponerse en el centro del propio ser hasta la acción, dictada por la intención: en la soberbia, en el apropiarse de lo que no es suyo, esgrimirlo como propio, como algo que le pertenece y que guarda, de manera larvada, el desprecio a los demás. 

Por más que lo intente, “el Señor no se deja impresionar por apariencias…, escucha las súplicas del oprimido…, la oración del humilde – aquel que reconoce la verdad -, que atraviesa las nubes y, mientras no obtiene lo que pide, permanece sin descanso y no desiste hasta que el justo juez le hace justicia”. Esta es la oración que oye Dios: “Señor, apiádate de mí que soy un pecador”. Sé que no habrá cambios espectaculares en mi vida, no prometo nada, me voy conociendo y he constatado que esos propósitos, hechos mil veces, yacen olvidados en papeles amarillentos, simplemente estoy aquí para que me mires como sólo Tú sabes hacerlo: con misericordia, perdón y comprensión. ¡mírame para que alguna vez pueda mirarte! ¡aparta de mí la tentación de “la ilusión de la inocencia”, la que me haría, como incontables veces lo ha hecho, sentirme superior: ¡yo no soy como los demás!”

Que aprenda de los que te han servido fielmente, de Pablo, que siente en todo momento que “has estado, estás y permanecerás a su lado”, para luchar bien en el combate, para continuar caminando hacia la meta, perseverante en la fe, esperanzado en recibir el premio prometido; sin enorgullecerse por sus méritos, pues sabe de dónde proviene la capacidad de pronunciar y mantener el ¡Sí! Del compromiso para llegar, sostenido por Ti, al reino celestial y proclamar: ¡Gloria al único que la merece! 

¡Señor, que regrese, que regresemos, justificados, porque te hemos reconocido como nuestro Dios y nuestro Padre, porque nos hemos reconocido pecadores, necesitados pero reanimados, seguros de tu amor y tu perdón pues ya nos has mirado y fortalecido con el pan que da la vida en esta Eucaristía, en ella te nos das en Jesucristo, tu Hijo y Hermano nuestro!

viernes, 3 de octubre de 2025

27°. Ord. 5 octubre 2025.-


Primera Lectura:
del libro del profeta Habacuc 1: 2-3
Salmo Responsorial, del salmo 94: Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Segunda Lectura: de la segunda carta del apóstol Pablo a Timoteo 1. 68. 13-14
Evangelio: Lucas 17: 5-10.

Es verdad, todo depende de la voluntad de Dios, pero como Él es respetuoso de su creación, no nos violenta y, aun cuando veamos que lo congruente sería “no resistirnos a esa voluntad”, nos desviamos, la ignorarla, resistirnos y no tenemos la disponibilidad de “recibir más de lo que merecemos y esperamos”; este egoísmo y desperdicio nos invita a regresar a la petición: “que tu misericordia nos perdone y nos otorgue lo que no sabemos pedir y que tú sabes que necesitamos”.

No es algo nuevo en nuestra relación de creaturas e hijos, con nuestro Padre Dios; es la constante lucha para que nos reubiquemos en cada instante de la vida, nos desnudemos de las intenciones desorientadas y sintamos el gozo de ser comprendidos y, sobre todo, amados; que captemos en verdad “aceptar ser aceptados”.

Habacuc, junto con todo el pueblo, sufre la invasión de los babilonios, puede situarse hacia el siglo VI A.C. violencia y destrucción que provocan la queja del profeta, queja que aqueja a todo ser humano: “¿hasta cuándo, Señor?”, grito que se eleva esperando inmediata respuesta que remedie los males, la opresión y el desorden; pero que no expresa un compromiso personal de acción para resolver los conflictos. No hay duda de que Dios es Dios y que dirige nuestras acciones, “si lo dejamos”; no hay duda de que la respuesta final será su firma; pero, ¿cuándo será?, en la hora veinticinco, ahí constataremos la promesa del mismo Cristo: “confíen, Yo he vencido al mundo”, (Jn. 16: 30)  ¡cómo nos cuesta “dejar a Dios ser Dios”!; ¡cuán lejos estamos de convertir en vida el versículo: “el justo vivirá por su fe”.

Nos unimos a la súplica de los discípulos: “auméntanos la fe”, y con ellos nos quedamos pensativos ante la respuesta de Jesús: “si tuvieran fe como un granito de mostaza…”, actitud que describe la carta a los hebreos: “es la fe garantía de lo que se espera, la prueba de realidades que no se ven”. (11: 1)

¿Dónde nos encontramos en esa relación con Dios?, ¿es para nosotros un factor significativo, que sólo tomamos en cuenta cuando nos acechan las penas, las desgracias, la tentación y, pasada la tormenta, volvemos a guardarlo en el desván? ¿Es el Señor, un factor dominante, - que rige y dirige la conciencia -, presente antes de tomar cualquier decisión? O, lo que Él desea: ¿es factor único, a ejemplo de los que viven colgados de su voluntad; “de los que beben del agua que él da, y se convierte en fuente que brota para la vida eterna” ?, ¿qué respondemos?

Santo Tomás de Aquino afirma:   “la fe crece ejercitándola”, diario se nos presentan oportunidades para hacerlo, para poner al descubierto nuestras intenciones, nuestro proyecto de vida, la urgencia, como dice Pablo a Timoteo, “de reavivar el don que recibimos, de amor, de fortaleza y moderación, precisamente para “dar testimonio de nuestro Señor”, nunca nosotros solos, sino “con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros”; urge a la sociedad actual encontrar en nosotros a esos cristianos dispuestos a “dar razón de nuestra esperanza”, (1ª. Pedro 3: 15); cristianos que no consideramos nuestro contacto con dios como un contrato, pues ¿quién podría exigir una paga “por ser amado”?, sino que, pendientes de su voluntad, la del amo bondadoso, podamos decirle: “siervos inútiles somos, lo que estaba mandado hacer, eso hicimos”, ¿qué sigue, Señor?

martes, 23 de septiembre de 2025

26⁰ Ordinario. 28 septiembre 2025.-


Primera Lectura: Amós 1: 4-7;
Salmo Responsorial, del salmo 149;
Segunda Lectura: de la primera carta del apóstol Pablo a Timoteo 6: 11-16; L
Evangelio: Lucas 16: 19-31.

LA ANTÍFONA DE ENTRADA NOS UBICA EN NUESTRA REALIDAD DE CREATURAS, PERO JUNTAMENTE NOS TRAE A LA MEMORIA LO QUE HEMOS MEDITADO LOS DOMINGOS ANTERIORES Y FLORECE, CON NUEVO VIGOR, LA CONFIANZA EN LA MISERICORDIA DEL SEÑOR. EL AMOR Y EL PERDÓN QUE VIENEN DE NUESTRO PADRE, CUBREN LA MULTITUD DE NUESTROS PECADOS; AFIANZADOS EN ÉL, NO DESFALLECEREMOS.

LAS LECTURAS DE ESTE DOMINGO NOS HACEN RECORDAR A SAN IGNACIO DE LOYOLA QUE PONE EN VARIAS MEDITACIONES LAS “REPETICIONES”, EN ELLAS HAY QUE INSISTIR O BIEN EN AQUELLO QUE NOS ILUMINÓ ESPECIALMENTE, O BIEN EN LO QUE NOS DIO MIEDO TRATAR DE PENETRAR CON MAYOR PROFUNDIDAD. SON CONTINUIDAD DEL TEMA TRATADO POR AMÓS Y POR JESÚS: EL PELIGRO DE QUEDARNOS APESGADOS A LOS BIENES DE ESTE MUNDO, DE PERDER LA VISIÓN REAL DEL “MÁS ALLÁ” Y CON ELLA, LA ATENCIÓN CONCRETA, FRATERNAL, SERVICIAL, HUMANA A LOS DEMÁS, A LOS OLVIDADOS, A LOS SIN VOZ, SIN TECHO, SIN ESPERANZA, SIN CARIÑO.

EL “¡AY DE USTEDES QUE SE RECLINAN SOBRE DIVANES ADORNADOS CON MARFIL, SE RECUESTAN SOBRE ALMOHADONES PARA COMER LOS CORDEROS DEL REBAÑO, CANTURREAN AL SON DEL ARPA, CREYENDO CANTAR COMO DAVID. SE ATIBORRAN DE VINO… Y NO SE PREOCUPAN POR LAS DESGRACIAS DE SUS HERMANOS!”. NOS LLEVA AL: “¡AY DE USTEDES LOS RICOS, PORQUE YA TIENEN AHORA SU CONSUELO!”, DE JESÚS EN LC. 6: 24. PIDAMOS AL SEÑOR QUE NOS DEJEMOS ALUMBRAR POR SU PALABRA; NADA DE LO QUE DIOS NOS HA DADO O EL INGENIO DEL HOMBRE HA DESCUBIERTO, ES MALO, EL PELIGRO RADICA EN QUEDARNOS ATORADOS Y NO TENER VIVO Y PRESENTE QUE “TODO LO DEMÁS LO DIO DIOS AL HOMBRE PARA QUE LO USE, TANTO CUANTO, LE AYUDE A CONSEGUIR EL FIN PARA QUE FUE CREADO, Y SE ABSTENGA DE AQUELLO QUE LE IMPIDA CONSEGUIR ESE FIN”.

LO BUENO, LO CÓMODO, LO AGRADABLE, NOS COMPLACE, ¿QUIÉN LO DUDA?, LO QUE PUEDE SER VERDADERAMENTE TRÁGICO ES PERDER EL CAMINO, Y ESE CAMINO SON LOS OTROS, CADA OTRO, CADA SER HUMANO QUE CRUZA NUESTRA VIDA SIN QUE COMPARTAMOS CON ÉL UNA SONRISA. SI NI ESO SOMOS CAPACES DE DAR, ¿DAREMOS ALGO?

EN LA PARÁBOLA QUE NARRA JESÚS, HEMOS DE ESTAR ATENTOS A SU LENGUAJE: NO TRATA DE MOSTRARNOS CÓMO SERÁ “EL MÁS ALLÁ”, SINO QUE, UTILIZANDO EL LENGUAJE ORDINARIO QUE HABÍA EN SU ÉPOCA: “EL SENO DE ABRAHÁM” Y “EL SHEOL” O LUGAR DE CASTIGO, SUBRAYA LAS CONSECUENCIAS DE LAS ACCIONES QUE REALIZAMOS LOS HOMBRES Y LAS CONSECUENCIAS SEGÚN HAYAMOS TENIDO EN CUENTA O NO A LOS DEMÁS. DE ALGUNA FORMA TIENE PRESENTE EL SALMO: “ÉL ES QUIEN HACE JUSTICIA AL OPRIMIDO…, TRASTORNA LOS PLANES DEL INICUO”. LA REALIDAD MORAL DE NUESTRO “YO” SE PROYECTA EN CADA DECISIÓN; EN CADA MOMENTO TOMAMOS NUESTRO SER

ENTRE LAS MANOS Y “NOS JUGAMOS” LA REALIDAD DEFINITIVA. ¡EL SEÑOR NOS TOMA EN SERIO PARA QUE NOS TOMEMOS EN SERIO!

LA FUERZA QUE MANTENDRÁ EL PASO DECISIVO NO ES OTRA QUE LA FE EN LA VIDA ETERNA A LA QUE HEMOS SIDO LLAMADOS; LA DETERMINACIÓN DE MOSTRARNOS TESTIGOS, A EJEMPLO DE JESUCRISTO, “EL TESTIGO FIEL”. ACTITUD QUE DEBEMOS PROLONGAR “HASTA LA VENIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO”, Y COMO NO SABEMOS “NI EL DÍA NI LA HORA”, URGE ALIMENTARLA Y MANTENERLA, CONOCIENDO Y MEDITANDO SU PALABRA, “MOISÉS Y LOS PROFETAS”, QUE SON RESUMEN DE LA REVELACIÓN DE DIOS. ¡DÉMONOS TIEMPO PARA LEERLA, APRENDER!

¡A, SEGUIRLA!  

   


sábado, 20 de septiembre de 2025

25° Ordinario, 21 septiembre 2025.-


Primera Lectura:
del libro del profeta Amós 8: 4-7

Salmo Responsorial, del salmo 112: Que alaben al Señor todos sus siervos.
Segunda Lectura: de la primera carta del apóstol Pablo a Timoteo 2: 1-8
Evangelio: Lucas 16: 1-13 

La antífona de entrada nos centra en el Señor, cualquier otra creatura será pseudocentro que descentra: ”Yo Soy la salvación de mi pueblo, dice el Señor”; conviene que analicemos la condicional: si el Señor es nuestro Centro, la petición de la oración colecta, brincará desde nuestro yo profundo: “concédenos descubrirte y amarte en nuestros hermanos para que podamos alcanzar la vida eterna”. 

La recriminación de Amós, en el siglo VIII, antes de Cristo, época en que Israel vivía una gran bonanza económica, no parece escrita para nuestra época, sí para otros tiempos de la historia del ser humano.  En esa bonanza olvidaron, y, seguimos olvidando que “las cosas”, todos los bienes materiales, son para que aprendamos a usarlos en bien de los hermanos, especialmente los pobres y marginados; que somos “Administradores de los bienes con que Dios nos ha bendecido y “lo que se pide a un administrador es que sea fiel no dueño, y, menos aún esclavo de ellos; la trampa, el embuste, el abuso, acompañan a nuestra naturaleza desde que “el hombre” quitó a Dios del centro de su vida.

Amós es claro, directo, estrujante, lo hemos escuchado: “El Señor, gloria de Israel, lo ha jurado: no olvidaré jamás ninguna de estas acciones”. Recordemos a Mt. 24: “Lo que hicieron con uno de estos, me lo hicieron a Mí.”  ¡Cuándo volvemos a sentir la necesidad de lo que pedimos: “descubrirte y amarte en nuestros hermanos”!

¿Nuestra actuación incita a “que alaben al Señor todos sus siervos”? ¿Tenemos ojos y corazón para todos? ¿Percibimos la vivencia de formar un solo cuerpo cuya Cabeza es “Cristo que se entregó como rescate por todos”? ¿Aceptamos el ser puentes para que “todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”? ¿Aceptamos su mediación, su testimonio, el despojo de su riqueza, para enriquecernos? Mil preguntas más que nos acorralan y no dejan salida al egoísmo, al pasotismo, al “pasarla bien” sin ocuparnos, valiente y activamente, de los pobres y afligidos, en contra de una globalización que agranda la brecha no sólo entre humanos, sino entre los países que se dicen cristianos, y el segundo, tercero, cuarto y quinto mundos…

¿Creemos en la fuerza de la oración, de la intercesión, de la acción de Dios, que pide la nuestra? “Hagan oraciones, plegarias, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, y en particular por los jefes de Estado y las demás autoridades, para que llevemos una vida en paz, entregada a Dios y respetable en todo sentido”. Orar dondequiera que nos encontremos, ¿será difícil?

Si fue claro Amós, más claro es Jesucristo, que en la parábola nos deja pensativos: ¿alaba la habilidad del mal administrador?, no, sino la astucia que emplea, aun renunciando a su comisión al cambiar los recibos de los deudores para procurarse un futuro menos malo, fincado exclusivamente en lo material; ¡vergüenza nos debería de dar que nos aventajen en los negocios los que pertenecen a este mundo, a nosotros que queremos pertenecer a la luz! El consejo, la proposición de Jesús nos da la solución: “Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo”. Es el profundo sentido de la limosna, saber y querer compartir, aun sin resolver el problema de la pobreza, hará que nuestro corazón se desprenda de lo que es lastre para el vuelo.

El final, ¿lo habremos oído alguna vez? ¡Señor que ni se nos ocurra ofrecerte un interior partido!

viernes, 12 de septiembre de 2025

24°- ord. 14 septiembre 2025-


Primera Lectura:
del libro del Éxodo 12: 7-11, 13-14
Salmo Responsorial, del salmo 50: Me levantaré y volveré a mi padre.
Segunda Lectura: de la primera carta del apóstol Pablo a Timoteo1: 12-17
Evangelio: Lucas 15: 1-32

“A los que esperan en ti, señor, concédeles tu paz…”, y también a los que no esperan porque no te han encontrado o habiéndote encontrado tomaron otro camino. Pedirle al Señor que  “cumpla su palabra”, con todo respeto me parece una osadía, ¿puede acaso caber la infidelidad en Dios?, ¡Nunca!, recordando la 2ª carta a Timoteo (2: 13), nos dice San Pablo: “si somos infieles, Él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo”.

Otra, al parecer contradicción, lo que pedimos en la oración: “míranos con misericordia”, ¿puede mirarnos de otra manera? Si alguna vez hubiera llegado a nuestras mentes la duda de que Dios siempre nos mira con misericordia, con comprensión, con esperanza, con cariño, espero se haya despejado al escuchar las lecturas de la liturgia de este domingo.

En éxodo, con un lenguaje totalmente antropomórfico, nos presenta el hagiógrafo “la ira de Dios”, sentimiento inadmisible en nuestro Padre, manantial de bondad. Haciendo la translación, para entender un poco hasta dónde llega su amor, ese amor que ha captado vivamente Moisés, encontramos en éste volcada la interioridad del Dios invisible, pero captable a través de sus acciones. “invita a recordar a Yahvé”, que “es su pueblo, el que sacó de Egipto…, la alianza, la promesa, la descendencia”; el Señor desea que calibremos las consecuencias de perdernos, como se perdió, por momentos el pueblo elegido, y se apartó, como nos apartamos, al idolatrar a una creatura…, el final es siempre el mismo: “el Señor se apiadó y renunció al castigo con que había amenazado a su pueblo.”  Subrayo el antropomorfismo, pues Dios no amenaza, dios no castiga, “su misericordia dura por siempre”, somos nosotros los que provocamos el vacío en la búsqueda al olvidarlo y contentarnos con suplantaciones absurdas.

Y continúan las demostraciones de esa misericordia inacabable. Pablo y espero que nosotros, junto con Él, “da gracias a quien lo ha fortalecido, a Jesucristo por haberlo considerado digno de confianza…, fui blasfemo, perseguí a la Iglesia, pero Dios tuvo misericordia de mí, pues obré por ignorancia… su gracia se desbordó sobre mí –se desborda incesantemente sobre nosotros-, por Jesucristo que vino a salvar a los pecadoresyo el primero, para servir de ejemplo”. ¿Nos dice algo comprometedor esta confesión? Entonces entonemos, alegres y agradecidos, el canto que al reconocer, alaba: “al rey eterno, inmortal, invisible, único dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén”.

El Señor constantemente está “creando en nosotros un corazón puro, un espíritu nuevo”, para que, como Él, salgamos a buscar lo que está perdido, quizá comenzando con nuestro propio corazón; como el pastor, al que tienen sin cuidado las matemáticas, “uno” es más que “99”, ya que nada es comparable al gozo del hallazgo de lo amado. Toda la actividad el ama de casa, por “una moneda”: “alégrense conmigo, encontré la moneda que se me había perdido”. Y la parábola, que nos sabemos de memoria: el hijo pródigo, igual que su hermano mayor, ambos estaban perdidos; el Padre sale al encuentro de los dos: el abrazo de cariño, de perdón, de comprensión, enlaza a todos; el joven es estrechado tiernamente, el mayor es convencido pacientemente.

¿Puede quedar alguna duda de que dios nos ama, que Jesucristo se entregó por todos, y especialmente por “los perdidos”?

No sé dónde nos situemos cada uno de nosotros. Sí afirmo con certeza total, que me siento redimido por cristo, amado por el padre y comprometido con los hermanos.

¡Que el Señor nos enseñe a ser misericordiosos como Él es misericordioso!