domingo, 19 de noviembre de 2023

33º Ordinario, noviembre 19, 2023.-


P
rimera
Lectura: del libro de los Proverbios:  31: 10-13, 19-20, 30-31; 
Salmo Responsorial, del salmo 127: Dichoso el que teme al Señor.
Segunda Lectura: de la carta del apóstol Pablo a los tesalonicenses 5: 1-6
Evangelio: Mateo 25: 14-30.
 
La Antífona de Entrada evita que surja en nuestra mente una falsa concepción de Dios, de Él no pueden brotar sino “designios de paz; me invocarán y los escucharé, los libraré de toda esclavitud donde quiera que se encuentren.” ¡Cuántas veces hemos considerado que de la Fuente de Bondad no puede manar sino Bondad!
 
Nuestra respuesta no puede ser otra que la aceptación de sus mandatos, ellos son las mojoneras del camino para que no nos desviemos, para que encontremos la felicidad, la que perdura, la que, solamente, se consigue en el servicio fiel a su voluntad y en la entrega a los hermanos.
 
El sendero es fácil si estamos llenos de Dios; cuando encontramos piedras, espinas y abrojos, si prestamos atención, percibimos que nosotros mismos las hemos colocado, de nuestras manos ha salido la mala semilla; todavía es tiempo de escardar, de limpiar, de emparejar. ¿Capacidad para ello? Ya el Señor nos la dio de sobra, lo que no sabemos, recordando a las vírgenes descuidadas, es si nos alcanzarán las horas para entregar los frutos, por eso cualquier demora o exceso de confianza, pueden ser decisivos.

El canto de alabanza a la mujer hacendosa, que entona el Libro de los Proverbios, es un preludio a la parábola que utiliza Jesús; el Salmo, como variaciones sobre el mismo tema: “dichosa la que, con manos hábiles, teje lana y lino, que maneja la rueca, que abre las manos al pobre y desvalido”; talentos recibidos para alegrar la vida de los otros.
 
“Dichoso el hombre que confía en el Señor”. La bendición de arriba será su compañía y la verá, fecunda, con su mujer al lado. Basta abrir los ojos para encontrar a Dios en todas partes, y con Él encontrar la anhelada felicidad.
 
San Pablo ha dedicado largas, profundas horas al trato con Jesús; de Él ha aprendido lo que ya meditamos: lo incierto de lo cierto, y, de su amor confiado, porque es conocido, deshace las angustias de aquellos que quisieran saber la precisión del tiempo de llegada del Señor de los cielos. ¿Para qué preocuparse del tiempo cuando éste ya no exista? ¡Es ahora el momento de alejar las tinieblas, de espabilar el sueño, de vivir sobriamente y llenarnos de luz!
 
No es Dios el que se ha ido; Él no sale de viaje. Entrega los talentos y está a la expectativa. Mira cómo nos miramos las manos enriquecidas con sus dones y, más, con su confianza. Oímos, quedamente, lo que su amor pronuncia: “No son ustedes los que me han elegido a Mí, sino que Yo lo elegí para que vayan y den fruto y ese fruto perdure” Lo recibido es para que el Reino crezca. El don ya fue gratuito, para que haya cosecha se necesitan creatividad y esfuerzo. Temor y ociosidad jamás tendrán cabida, y si acaso aparecieran, están ya condenados.
 
Una doble mirada, a lo que he hecho y hago, pero con los ojos puestos en Aquel que vive de la entrega; siguiendo sus pisadas evitaremos “el ser echado fuera”.
 
¡Confiaste en mí, Señor, ¡y de ti espero responder del mismo modo!

viernes, 10 de noviembre de 2023

32°. Ord. 12 noviembre 2023.-


Primera Lectura:
del libro de la Sabiduría 6:12-16
Salmo Responsorial, del salmo64: Señor, mi alma tiene sed de ti.
Segunda Lectura: de la primera carta del apóstol Pablo a los tesalonicenses 4: 13-18
Evangelio: Mateo 25: 1-13
 
¿Cuándo no han llegado hasta el Señor nuestras plegarias? La respuesta es sencilla: cuando hemos cerrado labios y corazón. Sin duda nos acordamos de Dios cuando la necesidad nos aprieta, cuando la tentación ronda incansable, cuando el dolor nos muerde…, es bueno, pero no suficiente, demuestra que hay fe en nuestro corazón, que sabemos a quién acudir en el momento en que el camino se vuelve pesado, cuando no encontramos respuestas en ninguna creatura y menos en nosotros mismos; más parecería un trato convenenciero que una relación amorosa que en serio dejara “en sus manos paternales todas nuestras preocupaciones”.
 
La oración es plática confiada con el Amigo, con quien conoce nuestras necesidades y aguarda, deseoso, que las expongamos confiadamente. No es un monólogo inútil; es la aplicación de la verdadera Sabiduría: el saborear el amor de Dios, el buscarlo con todas nuestras fuerzas, salir a su encuentro y hallarlo siempre a la puerta de nuestras vidas. Esa Sabiduría Encarnada no sólo nos espera sino que vino hasta nosotros: el fruto de ese encuentro conjunta nuestra voluntad con la suya y el resultado es lanzarnos a la trascendencia, a la plenitud y a la paz, en la total posesión de nuestro ser en el suyo. Esto es captar la “benevolencia del Señor”, quiere todo el bien para nosotros; todavía más, coopera, ilumina y guía nuestras decisiones para lograr y realizar el Proyecto de nuestros proyectos: ¡Llegar a Él! “La sed será saciada”, “la añoranza, será realidad”, “la bendición colmada no terminará”, “el júbilo será nuestra túnica, desde los labios nos cubrirá por completo”.
 
Ciertamente no ignoramos “la suerte de los que se duermen en el Señor”. “Jesús, primicia de los resucitados, nos arrebatará con Él para estar siempre a su lado.” ¿Necesitaríamos alguna consolación mayor? Las palabras están confirmadas por la vida de Aquel que vino para que tuviéramos Vida.
 
En el Evangelio Jesús nos previene, no es ninguna amenaza, nos hace pisar, con firmeza, nuestra realidad de creaturas: “Estén preparados porque no saben ni el día ni la hora”. Aceptamos la certeza de la muerte. Realidad que conmueve, que agita el interior, que, quizá sin pensar, quisiéramos borrar del futuro y que, a pesar de todos los esfuerzos, sabemos que está en camino, que nos cruzaremos con ella, pero no nos vencerá…, pues confiamos en tener “aceite para la lámpara” y que ésta se encontrará encendida cuando llegue el Esposo y “entraremos al banquete de bodas”. La seguridad nace de nuestra adhesión a Cristo, quien, como nos dice San Pablo: “como último enemigo, aniquilará –ya aniquiló con su muerte- a la muerte". 
 
La oración, la fidelidad, la cercanía son la previsión para mantenernos encendidos: “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero".
 
“El que consulta a Dios, recibirá su enseñanza; el que madruga por él, obtendrá respuesta” (Eclesiástico 32: 14).
 
San Pedro, con la experiencia viva, nos afianza: “Esta voz, llegada del cielo…, hacen bien en prestarle atención como a lámpara que brilla en la obscuridad, hasta que despunte el día y el lucero nazca en sus corazones".
 
“Quiero estar consciente al preinstante de verte para poner en Ti el consentimiento y repetirte el ¡sí! definitivo”.

 

miércoles, 1 de noviembre de 2023

31° Ordinario, 5 octubre 2023.-


Primera Lectura:
del libro del profeta Malaquías 1: 14, 2
Salmo Responsorial, del salmo 130: Señor, consérvame en tu paz.
Segunda Lectura: de la primera carta del apóstol Pablo a los tesalonicenses 2: 7-9, 13
Evangelio: Mateo 23: 1 - 12  

Lecturas disponibles en aquí.

No me abandones Señor, Dios mío te alejes de mí. Ven de prisa a socorrerme, Señor, Señor, mi Salvador.

Dios omnipotente eterno, A cuya gracia se debe el que tus fieles puedan servirte dignamente y laudablemente, concédanos caminar sin tropiezo hacia los bienes que nos tienes prometidos. Por nuestro Señor Jesucristo.

Sabemos, no te alejes de mí que son muchas las circunstancias externas e internas, que sin Ti, no podremos superar, y, cada respuesta fallida, esa que se guía por mundanos criterios, por ambiciones desmedidas, por fatales apariencias, por hipocresías, nos impedirá realizar la finalidad innata que tenemos todos los humanos: Servirte y Alabarte, y acabaremos separándonos de Ti y de nosotros mismos, sumergidos, paradójicamente, en la detestable superficialidad de dejar pasar, de dejar hacer. ¡Cuán apropiada la Oración Colecta para experimentar que, de verdad, estamos colgados de las manos de nuestro Padre Dios!

Malaquías, aunque lanza la diatriba directamente al grupo sacerdotal, a los descendientes de Leví, porque no actúan de acuerdo a la alianza, involucra a todo el pueblo que ha perdido la conciencia de filiación divina, que no vive la fraternidad, que no reconoce su único origen: “¿Acaso no tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios?” Palabras pronunciadas hace 26 siglos y que tienen tal vigencia que, ojalá, sacudan nuestros interiores y alejen de nosotros la necesidad de preguntarnos: “¿Por qué nos traicionamos como hermanos?” Reflexión que haga brotar, con transparencia, la súplica del Salmo: “Señor, consérvanos en tu paz.”  Esa paz dulcificará nuestros ojos, romperá nuestras ansias de grandeza, nos llenará de tranquilidad y de silencio porque esperamos en Ti, Dios nuestro.

Jesús prosigue su viaje hacia Jerusalén, hacia el cumplimiento total de la misión aceptada. Habla a todos, a las multitudes y a los discípulos y continúa desenmascarando a los escribas, a los fariseos, a los doctores de la Ley, no los desacredita, son intérpretes de la Alianza, pero, como eco de Malaquías, les echa en cara lo que más desdice de un servidor de la Palabra: “Dicen una cosa y hacen otra.”  Realidad que alcanza, no solamente a los sacerdotes, sino, a todo cristiano, a todo ser humano y, de manera especial, a cuantos detentan autoridad y no la aprovechan para servir sino para ser servidos. Todos los que buscan –buscamos- el parecer y no el ser; la alabanza, la reverencia, los títulos, los privilegios. Todos cuantos, con pasmosa facilidad, enjuiciamos y condenamos, criticamos en los demás lo que deberíamos corregir primero en nosotros; quisiéramos cambiar el mundo sin abandonar nuestra esfera de cristal.

Oremos por todos los sacerdotes, por todos los dirigentes de los pueblos, por los padres de familia para que, a ejemplo de San Pablo, sean capaces, no sólo de palabra sino con una acción motivadora y sostenida por el Espíritu, de tratar a todos “con la misma ternura con la que una madre estrecha en su regazo a sus pequeños.”

Uno es nuestro Padre: Dios. Uno es nuestro Guía y Maestro: Cristo, y “nosotros todos somos hermanos.”  ¿Queremos reensamblar este “mundo rota”?, aquí está la pauta!: Abrir nuestro encierro y mirar atentamente la realidad del otro. Como dice, desde su propia experiencia, Ladislao Boros: “Busqué a Dios y no lo hallé; busqué mi alma y no la encontré; busque al hermano y encontré a los tres. 

 

viernes, 27 de octubre de 2023

30°. Ord. 29 octubre 2023


Primera Lectura
: del libro del Éxodo 22: 20-26
Salmo Responsorial, del salmo 17: Tú, Señor, eres mi refugio.
Segunda Lectura: del la carta del apóstol Pablo a los tesalonicenses 1: 5-10
Evangelio: Mateo 22: 34-40  
 
¿Buscamos señales que nos confirmen la rectitud del camino en que andamos?, la Antífona de entrada las enciende: “Alegría porque buscamos al Señor”; si alguno se retrasa, surge el imperativo que endereza: “Busquen la ayuda del Señor, busquen continuamente su presencia”. Tres veces nos urge el verbo a movernos, porque cómodamente acomodados nada llegará mágicamente. Profundicemos en el fruto: “alegría”, y subrayemos el adverbio: “continuamente”. El encuentro con Dios es conjunción de dos Personas, Él nos busca desde siempre, no cesa de hacerse encontradizo, somos nosotros los que nos mostramos remisos y retrasamos “la alegría” que proclamamos desear tanto. ¿Tememos, acaso, tratar de ser lo que queremos ser?, repitamos con corazón consciente, la petición que juntos expresamos en la oración: “Aumenta en nosotros la fe, la esperanza y la caridad…”, actitudes, virtudes, disposiciones verticales que facilitan, desde nosotros, ese encuentro con Dios, con esas fuerzas “cumpliremos con amor sus mandatos” y llegaremos, gozosos, al único final que colme nuestro ser: a Dios mismo en el Reino de los cielos. 
 
Amar a Dios en tono abstracto, está siempre al alcance, sin esfuerzo, vamos llenando la vida con ilusiones bellas; ¡qué fácil es soñar sin que los pies se cansen, sin que el sudor cubra la frente, sin que los huesos crujan, sin fatiga en la mente, sin movernos del sitio en que soñamos! 
 
El verdadero amor, el que desciende y asciende en vertical, si no se muestra activo en forma horizontal, es falso y vano; busquemos en nosotros las señales que arriba pretendíamos: escuchemos al Señor: “No hagas sufrir ni oprimas al extranjero, no explotes a las viudas ni a los huérfanos…”, los he tomado a mi cuidado y “cuando clamen a mí, Yo escucharé, porque soy misericordioso”. Aleja de tu vida abusos, usuras y despojos; haz visible tu amor, ayuda a ser y a crecer, ilumina sus vidas como Yo lo     he hecho con la tuya; te convertí en “mis manos” para alargar mis dones, ¡no las cruces!

En la carta de Pablo vemos las concreciones: los tesalonicenses fueron campo que regó con su fe y con sus actos igual que las provincias romanas de la Grecia y fueron difusores de la Palabra y de la Vida, su ejemplo convenció y dirigió los pasos vacilantes hasta el encuentro con el Dios vivo; la esperanza los mantuvo despiertos, preparados para la resurrección. 

¡Rompamos al fariseo que traemos dentro, no hagamos al Señor preguntas necias, esas, cuyas respuestas sabemos de antemano! No indaguemos, con cara de inocencia, para obtener la clasificación exacta: “¿Cuál es el principal mandamiento?”, porque no son 613 como en el Libro de la Alianza, sólo son 10, que Jesús, paciente y comprensivo, nos los reduce a dos, que todos conocemos, que los “teólogos de la Ley”, habrían explicado muchas veces, el “shema Israel”, que repetían mínimo dos veces al día: “El Señor nuestro Dios es el único Señor; amarás al Señor tu Dios, con todo el corazón” , como está en Deuteronomio 6: 4-5; pero Jesús completa con el otro, por tantos olvidado, incluidos nosotros: “El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. (Lev. 19: 18). Nos parece escuchar lo que dijo en otra ocasión: “haz esto y vivirás”, porque “en estos dos mandamientos están sostenidos toda la Ley y los Profetas”. ¡La señal luminosa está encendida, no queramos quedarnos en tinieblas!    

 

sábado, 21 de octubre de 2023

29° Ord. 22 octubre 2023.-


Primera Lectura:
del libro del profeta Isaías 45: 1, 4
Salmo Responsorial, del salmo 95: Cantemos la grandeza del Señor.
Segunda Lectura:  de la primera carta del apóstol Pablo a los tesalonicenses1: 1-5
Evangelio: Mateo 22: 15-21.
 
La Antífona de entrada hace que nos interroguemos si, en el diario caminar, ponemos las condiciones para que se realice esa causal: “Te invoco porque Tú me respondes”. ¿Al orar, nos sentimos cobijados por el Señor? Si encontramos una respuesta afirmativa, ¡buena señal!, nuestra voluntad va encaminada para que, “quitando toda afección desordenada”, seamos cera moldeable y “le sirvamos de todo corazón.”

Su Palabra, su Gracia, nos ha preparado para reconocerlo como el Único Dios, no desde un monoteísmo estático, sino alerta para admirar y admirarnos de su presencia en nuestro mundo, interno y externo.

Ciro el persa, no lo conocía; sin duda dotado de una naturaleza sensible a las mociones del Espíritu, percibió, sin saberlo, y lo más admirable, actuó como “ungido del Señor a quien ha tomado de la mano”, para ser instrumento de liberación para su pueblo Israel. Lo que Dios dice de Ciro, lo dice de cada ser humano, lo dice de mí: “te llamé por tu nombre, te di título de honor, aunque tú no me conocieras”. ¿No fue Él quien nos llamó a la existencia y nos dio el mejor título: “hijos de Dios”? ¿Ha habido alguien que lo conociera primero? ¿Regresamos “a Dios lo que es de Dios”? ¿Proclamamos, de palabra y de obra, que “Él es el Señor y no hay otro”? Misión que nos engrandece al aceptarla y vivirla en plenitud, “para ser en Ti, como al principio era”. Con esta actitud, ferviente y convencida, cobra toda su fuerza el Salmo: “Cantemos la grandeza del Señor”.
 
Pablo, en el escrito más antiguo del Nuevo Testamento (hacia el año 51), enaltece el sentido de Iglesia “congregados por Dios Padre y por Jesucristo, el Señor”. Además expresa el camino imperdible para vivir según Dios: “las obras que manifiestan la fe, los trabajos emprendidos por el amor, la perseverancia que da la esperanza. Todo es posible “con la fuerza del Espíritu Santo que produce abundantes frutos”. ¡Sintamos cómo el Señor “nos cuida como a la niña de sus ojos”!
 
En el Evangelio Jesús enfrenta, con maestría, no podía ser de otra forma, las acechanzas, las envidias, las trampas. Fariseos y herodianos, enemigos entre sí, se han aliado para “hacerlo caer y poder acusarlo”. Una duda, una ambigüedad de parte de Jesús, y saldrían triunfantes. Un “sí” al tributo al César, lo alinearía entre los colaboracionistas. Un “no”, entre los revolucionarios…, piensan que no tiene salida; pero nunca quisieron entender con Quién trataban.
 
La frase de Jesús quizá sea de las más conocidas, mas su mirada, su enseñanza van mucho más lejos. La moneda es necesaria para las transacciones pasajeras, la imagen del César en ella, intenta la absolutización de la creatura y la postergación de Dios, (triste gran absurdo que nos envuelve).
 
¡Vayan, vayamos al interior!, ni condena ni sacraliza las relaciones económicas, sino que las sitúa en el terreno que les corresponde: medio de organización. La claridad reluce; la contextualización, ubica, la creaturidad, comprende: “A Dios lo que es de Dios”, y como todos somos suyos, nosotros sí que no tenemos salida…

sábado, 14 de octubre de 2023

28°.Ord. 15 0ctubre 2023

15 de octubre | 28o Domingo del T. OrdinarioPrimera Lectura: del libro del profeta Isaías 25: 6-10
Salmo Respomsorial, del salmo 22:
Habitaré en la casa del Señor toda la vida.
Segunda Lectura: de la carta del apóstol Pablo a los filipenses 4: 12-14, 19-20
Evangelio: Mateo 22: 1-14.
 

La Antífona de entrada nos prepara para constatar la universalidad del amor de Dios, que, al serlo, nos incluye a todos; “en Dios no hay acepción de personas”,su perdón y su misericordia son como Él, inagotables; por eso brota en nosotros, seamos como seamos, algo que sobrepasa la esperanza: ¡la certeza! Mi Padre bueno, me ama, me comprende, me acoge, me invita, me proporciona el vestido de fiesta, me espera para acompañarme, para enseñarme, para inspirarme la concreción exacta de mi respuesta a Él en el amor y en el servicio a los demás, a todos, como Él: sin peros, sin condiciones excluyentes. ¡No es una utopía! “Todo lo puedo en Aquel que me conforta”. 

El Profeta nos confirma: “El Señor del universo, preparará un festín con platillos suculentos para todos los pueblos”. Un banquete es momento de convivencia, de amistad, de cercanía; eso es lo que nos prometió y ya cumplió, más aún, sigue invitándonos a la claridad, a la alegría, a la plenitud. En verdad “¡Aquí está nuestro Dios!”   ¡Cómo no repetir convencidos: El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar”!Nos conduce a los mejores prados, a las aguas más cristalinas, a su propio Corazón traspasado de donde manan “ríos que saltan hasta la vida eterna”.  

Manifestación clara de esa apertura infinita de Dios: la acción del Espíritu Santo en el Concilio Vaticano II, todavía por vivirse plenamente: Iglesia, luz del mundo, Iglesia Ecuménica, Iglesia en diálogo con todos, Iglesia continuadora de la Revelación, Iglesia de la libertad y el crecimiento, Iglesia, estandarte de Cristo Vivo. ¿Queremos más pruebas del amor de Dios, de la predilección por los hombres, de la esperanza que sigue teniendo en cada uno de nosotros? Imposible asistir al “Banquete de Bodas” sino en Iglesia, en comunidad, en mutua aceptación, en apoyo constante, vestidos y “revestidos de Cristo” (Gál. 3: 27).

Jesús, como verdadero hombre, sabe lo que significa un banquete y más un banquete de bodas; se refiere a “las suyas con la humanidad entera”, por eso invita a todos.   

Con la misma claridad con que lo hizo el domingo pasado, echa en cara a los sumos sacerdotes y a los ancianos las consecuencias del rechazo de los profetas enviados a preparar el Reino. Cabe preguntarnos si de alguna forma los reencarnamos al vivir una fe anclada en la aceptación solamente intelectual, encerrada, temerosa del compromiso. ¿Qué tan rápido salimos a los cruces de los caminos a invitar a cuantos encontremos, al Banquete? Nuestras acciones hablan por nosotros, ¿vamos con entusiasmo, sabedores del significado del convite?, ¿ayudamos a proporcionarles “el vestido de fiesta”?  

Estar “adentro” no necesariamente implica el quedarse, por eso, volviendo a San Pablo, que nuestra actitud convencida sea: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta”.

viernes, 6 de octubre de 2023

27°. Ord. 8 octubre 2023.-


Primera Lectura:
del libro del profeta Isaías 5: 1-7
Salmo Responsorial, del salmo 79: La viña del Señor es la casa de Israel.
Segunda Lectura: de la carta del apóstol Pablo a los filipenses 4: 6-9
Evangelio: Mateo 21: 33-43.
 
Somos hechura de Dios y Él no hace seres a medias; estamos muy  bienhechos, aunque a ratos, tristemente, ¡mal aprovechados! “Y vio Dios que todo lo que había hecho estaba muy bien hecho”, y nosotros: ¡corona de la Creación! Simplemente detenernos a considerar esta realidad, tratando de dejarnos impresionar por la gratuidad, por la delicadeza, por ser, de verdad “imagen y semejanza de Dios”, debe de exultar nuestro corazón y cantar a voz en cuello: “Eres el Señor del Universo.”
 
Nuestro desaprovechar lo que nos ha concedido Dios, nos insta a pedir perdón y juntamente a solicitarle que Él, que todo lo penetra, hasta lo más íntimo de nuestra intimidad, nos conceda “aquellas gracias que necesitamos y ni siquiera sabemos expresar”, sabedores que “el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inenarrable por los consagrados para que actuemos como Dios quiere”. (Rom. 8: 27-28)
 
Tercer domingo que nos encontramos con la viña. Recordemos para situarnos: el dueño sale, a través del día a contratar trabajadores: el pago no es conforme a lo trabajado, sino según la largueza y bondad del Señor de la viña. El siguiente: ya no son jornaleros sino los hijos los invitados a colaborar; las respuestas dispares, la conclusión, que el mismo Jesús ha dejado a los escribas y fariseos, “cumplió el que fue”. ¿Algo hemos adelantado en el proceso de discernimiento, de reflexión, de superación del egoísmo? ¿Al menos tenemos, en frase de San Ignacio: “los deseos de tener los deseos” de que nuestro “ya voy, Señor”, se vuelva realidad?
 
El canto de Isaías a la Viña, “la casa de Israel”, nos hace regresar a la primera consideración: la delicadeza, el amor, la ternura de Dios para con su Pueblo, y, extensivamente, para cada ser humano: “¿Qué más pude hacer por ti, que Yo no lo hiciera? Esperaba que dieras uvas buenas y las diste agrias”. Esmero, trabajo, confianza en la respuesta de Israel, en la respuesta de la humanidad, en mi respuesta; ¡Dios, respetuoso y expectante! Los resultados, lamentables, trágicos, destructivos: en lugar de “justicia y derecho”, “violencia y lamentos.” La reacción de Yahvé, nos admira, nos desconcierta: “derribaré la tapia, la arrasaré, será pisoteada, se convertirá en erial…”, y en verdad el Reino del Norte y luego Jerusalén fueron sometidos a la esclavitud y deportados por los asirios. ¡Hasta dónde nos llevan las consecuencias del olvido, de la negación al amor! ¿Tenemos que llegar a los límites para elevar el corazón y pedirle: “Señor, vuelve tus ojos, contempla la viña que plantaste, visítala…, ya no nos alejaremos de ti, míranos con bondad y estaremos a salvo?”

Jesús retoma el canto a la viña, recorre la historia: los profetas enviados, fueron asesinados, la súplica del Salmo ha sido olvidada, el rechazo violento al Hijo, se acerca cada vez más, será sacado fuera de la viña y morirá más allá de las murallas de Jerusalén.

La pregunta directa a los sumos sacerdotes y a los ancianos no puede tener sino una respuesta: “Dará muerte terrible a esos desalmados, y arrendará la viña a otros viñadores que le entreguen frutos a su tiempo.” Pensamiento lineal y acorde que Jesús utiliza para que reflexionen y reflexionemos: ¿descartamos la Piedra Angular o construimos sobre
ella? ¿Dejaremos que el Reino nos sea arrebatado o intentaremos, con todo nuestro empeño, y, seguros de que Él “nos dará las gracias que necesitamos y ni siquiera sabemos expresar”, para producir los frutos “de justicia y de derecho”?
 

La delicadeza de Dios sigue en presente, y seguirá, si no se lo impedimos: “Que la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie
nuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús… busquemos lo verdadero, lo noble, lo justo, lo puro, lo amable y el Dios de la paz estará con nosotros.

Ya no es la Viña la arrasada, sino Cristo Jesús que se dejó arrastrar hasta la Cruz y con su muerte nos dio nueva vida. “No he venido a destruir sino a construir.” ¡Constrúyenos, Señor!

jueves, 28 de septiembre de 2023

26°. Ord. 1°. Octubre 2023.-


Primera Lectura:
del libro del profeta
Ezequiel 18: 25-28 
Salmo Responsorial, del salmo 24: Descúbrenos, Señor, tus caminos.
Segunda Lectura: de la carta del apóstol Pablo a los filipenses 2: 1-11
Evangelio: Mateo 21: 28-32. 
 
“Haz honor a tu nombre, trátanos conforme a tu misericordia”;  si nos miramos solamente a nosotros, desde nuestra realidad de creaturas, fácilmente caeremos en el desánimo: ¡cuántas promesas hacemos y qué escasos cumplimientos!, ¿valdrá la pena seguir insistiendo?; por supuesto que sí; porque confiamos una y otra vez en la Bondad del Señor, en su paciencia, en su misericordia, en la multiplicación de su gracia para que aquilatemos la calidad de sus promesas y desde Él y con Él nos encaminemos a los bienes eternos. 
 
El Salmo nos alerta, ¿es cierto que la conciencia no me acusa?, ¿qué tan laxa   la tengo? Puedo tratar de engañarme a mismo pero no lo lograré. No en balde rogamos al Señor: “Descúbrenos, Señor, tus caminos”. Apartarme de Ti es apartarme de mí; lejos de Ti y de mí, perderé el sendero de la Verdad, y ¿a dónde terminarán mis pasos?; que me repita con insistencia hasta que se convierta en conciencia presente que alumbre, que sosiegue, que sostenga el ánimo ascendente: “Acuérdeme que son eternos tu amor y tu ternura”. 
 
Desde este contexto comprenderé mejor la advertencia de Pablo: “nada por rivalidad ni presunción, tengan los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús”; ¿tener sus sentimientos sin conocerlo íntimamente?, ¿sin tratarlo personalmente?, ¿sin caminar al ritmo de sus pasos?, sin mucho pensarlo, sé que es imposible; ¡qué abismo de amor y de humildad, qué anonadamiento –ese hacerse nada-, sin propalar a los vientos su realidad divina, “haciéndose uno de tantos, tomando la condición de siervo, misterio insondable, siendo Dios, “se hace semejante a los hombres”, pobre, débil y pequeño como yo para que imitándole crezca de verdad! No se trata de buscar la exaltación sino la identificación en lo más preciso: Vivencia exacta de la meta, de la trascendencia que tanto necesitamos, no tanto por el premio de la gloria, sino por el gozo de estar en consonancia con Dios. Ya Él se encargará de “escribir nuestros nombres en el libro de la Vida”, y de que nuestro caminar llegue a su Principio. 

La Viña necesita trabajadores; el domingo pasado el Dueño salió a diversas horas y el pago fue desde la Justicia Divina, que rompió nuestra visión y, ¡ojalá!, nos haya hecho pensar lo que son “los caminos de Dios”. Hoypersiste el llamamiento y, precisamente, a los hijos: “Ve a trabajar a mi viña”. Las respuestas se repiten: “Sí, pero no fue”; respeto, corrección, que se quedan en un concepto vacío. “¡No quiero ir!, pero se arrepintió y fue”; retobo, mal humor, inmediatismo, comodidad; sin embargo: reflexión, discernimiento y acción. 

Resuena Ezequiel y nos remueve la conciencia. Resuena la Carta a los Filipenses y también resuena   dentro (2ª. Cor. 1:19): “Jesucristo no fue un ambiguo sí y no; en Él ha habido únicamente un sí.”  Estos son “los sentimientos que hemos de compartir con Cristo Jesús”. 

Sé y sabemos que la decisión no es fácil: “¡Qué angosta es la puerta y estrecho es el camino que llevan a la vida, y pocos dan con ellos!” (Mt. 7:14); “No basta con decirme, Señor, Señor, para entrar en el Reino de Dios, hay que poner por obra los designios de mi Padre del cielo.”  (Mt. 7: 21)  Y para consolidar el contenido del compromiso con frase de San Pablo en 1ª Cor. 4: 20: “Porque Dios no reina cuando se habla, sino cuando se actúa.”  ¡Cuánto encierra el verdadero “sí, Señor”!, digámoselo y realicémoslo ahora que aún tenemos tiempo!“Con Él a mi lado, no vacilaré”. (Salmo 16 (15): 8)