Primera Lectura: del libro de los Hechos de los Apóstoles 2: 1-11
Salmo Responsorial, del salmo 103: Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra.
Segunda Lectura: de la primera carta del apóstol Pablo a los corintios 12: 3-7, 12-13
Evangelio: Juan 20: 19-23.
Concluye, hoy, el Tiempo Pascual, desde la “Pascua Florida”, llegamos a la “Pascua Granada”. “No sólo es de flores la fiesta, sino Flor de Fruto es ésta”. Cristo regresó al Padre; reconoció, con toda la fuerza de su Verdad que “todo estaba cumplido”, en lo que a Él se refería. Conforta a sus discípulos con esa presencia intermitente y repite, una y otra vez, que la promesa pronunciada, se cumplirá: “De aquí a pocos días serán bautizados en Espíritu Santo y en Fuego”.
Viento
y fuego que rompen las ataduras de la timidez y la desesperanza, que construyen
un lenguaje nuevo, que trastocan la confusión de Babel, que dejan atónitos a
los oyentes y los congrega en el gozo de escuchar, en su propia lengua, “las maravillas del Señor”. La lista de 15 países diferentes anuncia la
universalidad del llamamiento a la Esperanza, a la Verdad, a la Comunión.
La
consolidación de la Iglesia está sellada e inicia su acción; exactamente la
misma que Jesús ha llevado a plenitud en su entrega sin límites: la Buena
Nueva, el perdón, la unión con el Padre a través del mismo Espíritu. “No son ustedes los que me han elegido, sino
que yo los he elegido para que vayan y den fruto y ese fruto perdure”. “No
tengan miedo, el Padre pondrá en sus bocas las palabras exactas que no podrán
rebatir los adversarios.”
Que
nuestra oración haya estado colmada de confianza al recitar el Salmo: Ahí está,
verdaderamente, la única posibilidad de cambio: “Envía Señor tu Espíritu a renovar la tierra.” ¿Qué nos responderá el Señor?: Ya lo envié y
continúa presente, ¡déjenlo actuar! Él es Quien conjuntará la diversidad de
miembros, como lo hizo en la primera comunidad cristiana, para que sean Un solo
Cuerpo en Cristo Jesús. Dones al por mayor, pero una sola finalidad: el bien
común. En serio necesitamos esta fuerza que viene desde arriba para que anide
en nuestros corazones. ¡Es tan profundo nuestro aislamiento egoísta, nuestra
falta de audacia y valentía para dar una respuesta digna, que únicamente Él nos
comunicará, la convicción, hecha acción, para decir: “Jesús Es el Señor”!
El
saludo de Jesús a sus discípulos:”La paz
esté con ustedes”, lleva consigo algo sumamente importante para nuestras
vidas: ¡el perdón! Perdón y purificación que Él nos otorga para que hagamos lo
mismo.
Reitera “el envío”, la misión y tarea: que
seamos cristos vivos, consoladores y amigos, nos miremos y tratemos como
hermanos “para que el mundo crea”.
Oremos
al Espíritu: “Concede a aquellos que
ponen en ti su fe y su confianza, tus siete sagrados dones. Danos virtudes y
méritos, danos una buena muerte y contigo el gozo eterno.”