miércoles, 15 de junio de 2011

La Santísima Trinidad, 19 de junio de 2011.

Primera Lectura: del libro del Éxodo 34: 4-6, 8-9
Salmo Responsorial, del salmo 3: Bendito seas, Señor, para siempre.
Segunda Lectura: de la 2ª carta del apóstol Pablo a los Corintios 13 11-13
Aclamación: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Al Dios que es, que era y que vendrá
Evangelio: Juan 3: 16-18. 

Celebramos el “misterio” escondido desde los siglos en Dios, pero revelado por Jesucristo y ratificado por el Espíritu Santo. “Misterio”, no en el sentido de que nosotros no podríamos ni imaginarlo, pero que Dios en y por Jesús lo ha manifestado al darnos a conocer “su inmenso amor”. 

“Creados a imagen y semejanza de Dios”, (Gén. 1: 26) vemos la magnitud y alcance de nuestra manera de crecer conforme a esa “imagen y semejanza”: Dios no es ni solitario ni lejano; Dios es perfecta y continua Comunicación, convivencia, cordialidad, bondad, entrega. Amor que es el Hijo Encarnado y el Espíritu derramado en nuestros corazones. Amor que se define a Sí mismo: “Compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel”. ¡Qué lejos estábamos los hombres de la Realidad íntima de Dios! ¡Qué agradecidos ahora que se nos ha dado a conocer! “Nadie conoce mejor el interior del hombre que el espíritu del hombre que está en el hombre; nadie conoce mejor el interior de Dios que el Espíritu de Dios que es Dios…” (1ª. Cor. 2: 10-11) Y “nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo lo ha revelado”. Ya somos poseedores de ese conocimiento, “El que cree en el Hijo, cree en el Padre”, y todavía más: “Cuando les envíe el Espíritu los confirmará en la Verdad que les he enseñado”.   ¡Esta es nuestra Fe que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro! Es verdad que Dios Infinito nos sobrepasa y nuestra inteligencia se estremece y se siente tentada a dudar; pero no lo hará porque “sabe en Quién ha puesto su confianza”.

El cristianismo o es Trinitario o no es cristianismo. “La Gracia de nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo, están siempre con nosotros”. Nos santiguamos Trinitariamente, todas nuestras oraciones finalizan con la invocación Trinitaria, Glorificamos, juntamente, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, creemos en el Padre, el Hijo y el Espíritu vivificador, hemos sido bautizados en el nombre de Dios Trino y Uno, nuestra despedida del día y de la vida está cobijada por el Padre Creador, por el Hijo Salvador, por el Espíritu santificador.

Alentadora, fortalecedora, comprometedora es nuestra aceptación porque está  fundada, no en razonamientos humanos, sino en la Palabra Verdad y Promesa, que se ha cumplido y nos ha liberado; en el Amor Trinitario hecho “carne” como la nuestra en Cristo Jesús para que podamos recibir la herencia imperecedera de Aquel a quien confiadamente llamamos “¡Abba!”, “Padre”.