viernes, 7 de agosto de 2015

19º. Ordinario, 9 agosto 2015.-



Primera Lectura: del primer libro de los Reyes 19: 4-8

Salmo Responsorial, del salmo 33: Haz la prueba y verás que bueno es el Señor.

Segunda Lectura: de la carta del apóstol Pablo a los efesios 4: 30 a 5: 2

Aclamación: Yo soy el Pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor; el que coma de este Pan vivirá para siempre

Evangelio: Juan 6: 41-51


Tu Alianza, Señor, es para siempre, el olvido, la distracción no dicen contigo. Nos conoces, Señor, convierte nuestros corazones para elevarnos hasta Ti. Necesitamos del Pan que da fuerzas, que cambia el interior, que nos permite crecer como hijos tuyos, así, al reconocer en nosotros a Jesús, nos aceptarás en la vida “otra”.


No sabemos cuánto dure el camino que sigue hasta llegar a Ti. Si medimos desde nuestra pequeñez, aun, antes de iniciarlo, sentiremos temor y evitaremos el esfuerzo. Crisis de fe como sufrió el Profeta a pesar de saberse eco de tu Palabra, y, por la nula respuesta de su pueblo, por su propia flaqueza, te pide: “Basta ya, Señor. Quítame la vida, no valgo más que mis padres”.


Dormir es escaparse, avestruz que se refugia en el agujero; mas el Señor no cede, lo despierta dos veces, le aviva la conciencia y le da lo necesario para el largo camino: “Levántate, come y bebe”. Cuando el Señor alimenta, surgen fuerzas insospechadas.


Si a Elías, lleno de Ti, así lo sacudiste para que desapareciera el marasmo ¡cuánto tendrás que despertarnos para quedar convencidos de que Tú eres el Único camino! ¡Ayúdanos a intentar lo que dijimos en el salmo: “haz la prueba y verás qué bueno es el Señor”


Contigo dentro, “no contristaremos al Espíritu con el que nos has marcado para el día de la liberación final”. Nuestro trato se iluminará con comprensión, servicio, perdón y amor lo más semejante al tuyo. Nos sabemos débiles e incapaces de iniciar este ascenso y menos aún de perseverar en él sin Ti, Padre, sin Jesús, sin el Espíritu que proviene de Ti.


Imaginar es sumamente fácil; en el abstracto nada cuesta. La imaginación engañosa impide bajar a la realidad, porque ésta sí duele, pide trabajo, dominio, poder de escucha, fe, confianza, ¿dónde llenarnos de entusiasmo, cómo ser fuertes y constantes? Jesús Tú nos lo enseñas, ya estás Tú mismo, todo entero, como Pan en la mesa, “el Pan vivo que ha bajado del cielo”, ¿te creeremos?


Aquellos que tocaban tu manto, de inmediato sanaban, ¿qué explicación te damos si después de comerte, nos sentimos enfermos de duda y de pereza? Ayúdanos a darte la respuesta que esperas para sentir en nosotros que contigo somos otros, certeza que se erige en tu propia Palabra: “Yo les aseguro que el que cree en Mí, tiene vida eterna”.


Si Jesús no nos alimenta con su Espíritu de creatividad, seguiremos atrapados en el pasado, viviendo nuestra religión desde formas, concepciones y sensibilidades nacidas y desarrolladas en otras épocas y para otros tiempos que no son los nuestros. Entonces, no podrá contar con nuestra cooperación para engendrar y alimentar la fe en el corazón de los hombres y mujeres de hoy.