Bendición de las palmas: Mt. 21: 1-11.
Por un momento los judíos viven lo que anhelaban: ¡la llegada del Mesías
Victorioso! La actitud de Jesús muestra que no es lo que pensaban: “...un
rey, apacible, montado en un burro, un burrito, hijo de animal de yugo”,
mas no entendieron el mensaje. La emoción del momento fue fugaz, pues esos
mismos que ahora lo aclaman: “¡Hosanna!, ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el
que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!, gritarán
días después: “¡Crucifícalo!”
Que el Señor fortalezca nuestros
corazones para que no nos envuelvan la ingratitud y la superficialidad, y que
nuestro júbilo sea porque vamos asimilando, “los sentimientos de Cristo
Jesús”.
Textos de la Misa:
Primera Lectura: Isaías 50:4-7;
Segunda Lectura: Filipenses 2: 6-11
Evangelio: Mateo 26:14 a 27: 66.
Es una liturgia larga, pero ¡bien lo merece el Señor y mucho lo
necesitamos nosotros! Orar, meditar, contemplar y quedarnos admirados.
Isaías, en uno de los cuatro cantos del “Sirvo Sufriente”,
muchos años antes, nos describe a Jesús. Pablo en la carta a los Filipenses,
nos hace recapacitar en el fruto de la obediencia al Padre: el himno
cristológico: ese es el camino del amor por nosotros, la causa de su exaltación
en la Resurrección. Durante el relato de la Pasión, apliquemos las
realidades contempladas. En ella está condensada la confesión fundamental
de la fe cristiana: “Jesucristo es el Señor”.
La oración Colecta, el Prefacio y la oración sobre las Ofrendas nos
hacen mantener el ritmo en el mismo tono: por la Pasión, la Cruz y la
Muerte, hacia la Resurrección.
Mateo narra lo sucedido. Sorprende la extensión del relato de un solo
día de la vida del Señor.
Acompañemos a Cristo en esta máxima prueba. “No hay amor más
grande que dar la vida por los amigos.” (Jn. 15:13)
Mientras escuchamos, vayamos captando las actitudes de Cristo y las de
los personajes que intervienen. ¿Con quiénes nos identificamos?
En un momento de silencio permitamos que se asienten en nuestro interior
las vivencias que el Espíritu haya suscitado.
Escuchamos la Pasión, en la liturgia dominical, para que nuestros
corazones vivan en la semana lo que Cristo hizo por nosotros y para que
comprendamos cómo inicia el camino de la Pascua.
El próximo domingo reviviremos el culmen de esta entrega: “Por eso
Dios le dio un nombre sobre todo nombre” (Filip. 2: 9).
Solamente asemejándonos a Cristo en la entrega lo seguiremos en la
reurrección.
Pidamos esta actitud para recibir el don nuevo de Cristo y de su
Espíritu.