Salmo Responsorial, del salmo 66
Segunda Lectura: de la carta del apóstol Pablo a los Romanos 10:
9-18
Evangelio: Marcos 16: 15-20.
Domingo de las misiones, “del
envío, de la participación más plena de lo que vino a traer Jesús a la tierra:
la Buena Nueva de la paz, de la fraternidad, de la salvación, del
Reino”. “Padre, como Tú me enviaste al mundo, así los envío Yo”. (Jn. 17:
18)
¿A qué los envía y nos envía?,
“a contar a los pueblos la gloria de Dios, a que todas las naciones conozcan
las maravillas del Señor…” Los Apóstoles y la Primera Comunidad cristiana
cumplieron, hasta el derramamiento de su propia sangre, esta misión.
Verdaderamente cayeron en la cuenta como pedimos al Señor que ocurra con
nosotros, que estaban y hora estamos llamados a trabajar por la salvación de
todos, que cooperemos para que se realice el “sueño” de Dios: una sola
familia y una humanidad nueva en Cristo”.
Ya sabemos cómo surge inmediata,
la, si no oposición, sí la ansiedad por encontrar la respuesta al ¿cómo? Sigamos
al Espíritu que inspira a Zacarías: “los habitantes de una ciudad dirán a los
de otra: vayamos a orar ante el Señor”. Es comunicación, es oráculo, es
profecía; sin duda el pueblo respondió, se sintió invitado, comprendió lo que
significaba ser “elegidos del Señor” y se convirtieron en guías; sus obras
iluminaban, invitaban y convencían: “diez hombres de cada lengua tomarán por
el manto a un judío: queremos ir contigo, hemos oído que Dios está con ustedes”.
No es simple repetición del oráculo, es apropiación del contenido a nuestra
realidad personal, comunitaria, social, es pregunta que toca nuestro interior
para que respondamos con autenticidad: ¿soy de los que llevan a los demás a
adorar al Señor porque soy luz que ilumina, sal que sazona, camino que conduce?,
esto es participar del envío que ya hizo y sigue haciendo Cristo a la Iglesia
entera, para que se reconquiste y sea –seamos- capaces de conquistar el mundo
entero para que forme parte activa, íntima, del Reino del Padre; ¡qué gozo el
que un día podamos todos escuchar desde todos los rincones de la tierra:
“Dios está con nosotros”!
En el fragmento de la Carta a los
Romanos: Pablo nos entrega un completo análisis del acto de fe y de la
evangelización que lo hace posible: la fe es principio de salvación, por
adhesión interna y, consecuentemente, por confesión externa, no es un acto
individualista y solitario, es una actitud manifiesta que construye comunidad;
imposible sin saber en Quién se cree, por ello el conocimiento llega por la
predicación y ésta, con la fuerza del mismo Cristo hace posible la apertura
del corazón que superará la tentación de endurecimiento. Se nos hace presente la
petición reiterada durante la segunda semana de Ejercicios: “conocimiento
interno de mi Señor Jesucristo que por mí se hace hombre, para que más lo ame y
lo siga”, conocer el bien es quererlo de inmediato, conocer al Sumo Bien ya es
poseerlo porque nos arrebatará de tal forma que nada ni nadie podrá separarnos
de Él. ¿Cómo no comunicar esta experiencia de paz y de plenitud, así nos
convertiremos en “mensajeros que recorren los montes para llevar la buena
noticia”.
Unámonos a la Iglesia misionera
con nuestra oración, nuestra acción de gracias y con nuestros dones que ayuden a
tantos que, lejos de su patria, esparcen la semilla de Cristo.