Primera Lectura: del libro del profeta Malaquías
3: 19-20
Salmo Responsorial, del salmo 97: Toda la tierra ha visto al Salvador.
Segunda Lectura: de la segunda carta
del apóstol Pablo a los tesalonicenses 3: 7-12
Aclamación: Estén atentos y
levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación, dice el Señor.
Evangelio:
Lucas 21: 5-19.
Celebramos el
último domingo del tiempo ordinario, el próximo será la Fiesta de Cristo
Rey con la que finalizará el año litúrgico.
Hace ocho días todo
estaba teñido de “Vida Nueva”, del camino y llegada a la Patria; nada
importó a los jóvenes perder los miembros y la vida porque la seguridad de
la Resurrección ya la sentían internamente; esta certeza los fortaleció.
El Señor Jesús,
único Puente para llegar al Padre, nos lo mostró como ES: “Dios de
vivos”, y San Pablo nos exhortó a que permitamos que el Señor dirija
nuestros corazones “para amar y esperar, pacientemente, la venida de
Cristo”.
Hoy, Jeremías, en
la antífona de entrada, nos prepara para que con ánimo aquietado, miremos hacia
la escatología y descubramos, mejor redescubramos que el Señor “tiene
designios de paz, no de aflicción”, y sigamos invocándolo porque “nos
escuchará y nos librará de toda esclavitud”. Ésta es la forma de preparar
lo que, sin ella, sería de temer: “El día del Señor, como ardiente horno”;
pero con ella: “brillará el sol de justicia que trae la salvación en sus
rayos”.
De manera
espontánea vuelve la pregunta que nos hicimos: ¿cómo y qué espero, no para
el “fin del mundo”, sino para mi encuentro personal con Dios, para “el fin de
mi mundo”, el ahora encerrado en la trama del espacio y el tiempo? Pidamos que
nos atraviese, de parte a parte, la reflexión de San Juan: “En el amor no
existe el temor; al contrario, el amor acabado echa fuera el temor, porque el
temor anticipa el castigo, en consecuencias, quien siente temor aún no está
realizado en el amor”. (1ª.Jn.4:18), y nos daremos la respuesta adecuada…,
si no la tenemos, aún hay tiempo para prepararla.
Las palabras de
Jesús en el Evangelio, nos alertan para que continuemos analizando los “signos
de los tiempos”; no es que ya estemos al final, pero parecería que la humanidad
entera quisiera adelantarlo, si continúa destruyendo el planeta. ¡Cuánto
egoísmo y ausencia de conciencia! ¡Cuánta soberbia y ansia de riqueza!
¿Pensamos, en serio, que lo único que nos acompañará en el último vuelo, serán
las horas dedicadas a los demás? ¿Aceptamos que la valentía del testimonio a favor
de Jesús y de los valores del Evangelio, nos deben causar molestias? La
persecución por estar del lado de la justicia y de la verdad, será señal de que
estamos bajo la Bandera de Cristo, “sin embargo, no teman, no caerá ningún
cabello de la cabeza de ustedes. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”.
¡Señor que
resuene constantemente en nosotros la Voz del Espíritu!: “Escribe: Dichosos
los que en adelante mueran como cristianos. Cierto, dice el Espíritu: podrán
descansar de sus trabajos, pues sus obras los acompañarán”. (Apoc. 14: 13)